No soy yo

Amanece, lentamente se alargan las sombras, único espacio que guarda la noche cuando reina ya el día. El aire esta fresco, los caracoles retroceden en sincronía mientras se enrosca el sueño. Los perfiles se dibujan imitando el camino en compañía de los primeros rayos del sol. Clarea a la velocidad perfecta, se desarrolla la sinfonía. Los pájaros vuelamundos telegrafean teoremas biológicos sujetados al follaje, improvisando así sus pentagramas. Telas de arana del azar evaporan las esencias del roció, así, se fragua el vaho afrodisíaco de los días. Emergen los montes púrpuras como en un sueño. Así, despacito, voy cayendo en la cuenta de que soy parte del paisaje. Animal bípedo, amnésico de las junglas, extraviado del ramaje, desconectado de la danza que destila la noche que persigue al día. Por lo tanto, me voy amaneciendo, me despliego enlazado a todas las cosas, entregado al vaivén, la deriva de la ola electrifica la completitud. Emerge el continente vaporoso del aquí del ahora, se disuelven las palabras sin embargo estoy lejos de ser un mudo. El mundo habla por mí interpretando lo que otros llaman palabra de dios. Desaparezco, me fundo en el paisaje, ya no soy yo, muerte en vida, es como una fiesta.

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