Somos Tejido


¿Debido a que razón nos afanamos hilvanando las lenguas del papel?. ¿Porque confeccionamos de a jirones este tejido que en su esencia es consagrado al trajín y el deshilacho?. Porque oteamos el horizonte humano con hambre de tabla de naufrago, una visión de intuiciones a escala humana, de pupilas de individuo colectivo, terrestre. Sintonizamos con el fulgor del suave aterrizaje de toda la vida en este pequeño rincón del universo.

Aunque los mundos ya se encuentren devastados, y el asesinato tácito cobre a diario las victimas de la dictadura profunda, subterránea, aquella que aprendió a quitarnos no solo los dientes, sino también las voces para escuchar a otros, porque una voz sorda, es en definitiva, un abismo orgulloso de no conocer el otro lado.

¿Y volverán las individualidades con su desfile de moda a ocupar nuestros preciosos, luminosos, urgentemente necesarios minutos? La pobreza de nuestras enciclopedias será patente, y no habrá página que nos diagrame lazos, ni relate las geografías que nos acerquen a sorprendernos con otro.

Las minutas aprueban con timbres oficiales el rechazo hacia el tejido colectivo que es la cartografía que orienta los corazones, se repliegan lentamente los puentes de este mundo. Analfabetismo crónico de la anatomía del ojo, crisis del verbo ver. El sujeto ya es mendigo y no encuentra tierra generosa. Consumir es deambular olisqueando retazos, tendones, huesos y sudores que alguna vez, quizás, fueron humanos.

¿Y si, en definitiva, nos entregamos a la corriente de lava que chamusca, uniformando todos los colores?, a la maquinaria insensata, a la ceguera facilísima, sepultando las preguntas bajo la misma tierra de nuestros cadáveres ultra/uni/personales?

Sin embargo, los magullones aprendieron a ser bendiciones y la piedra de tantos tropiezos, transfiguro a la categoría de tesoro y el dolor que sentíamos por el mundo, bailo y embelleció, es mas, esa danza resulto tener congruencia y nos jalo la paciencia al interminable momento presente y tanta tosquedad humana cobro el sentido del aprendizaje necesario, un largo traspié de niño inmenso aprendiendo a saltar, danzar.

Es por eso que, sobre los espacios que con tozudo gesto y reincidencia, insistimos e insistimos en  resolver, propongo el mecanismo de los puentes delicados. Sosteniendo los pesos grávidos y específicos de todas las confusiones hallamos a otros, ósea, nos descubrimos. Y, empeñados en el habla de las lenguas del babel, recordamos que somos tejido, confeccionado con jirones, devueltos por el trajín y la sagrada marea del deshilacho.

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